Periodismos desviados 1.1: Cynthia Rimsky

 


Conocí a Cynthia por periodista. El Antonio me regaló La revolución a dedo porque leyó en la contraportada que era periodista. Cynthia pregunta primero.

¿Tú qué haces?

Soy periodista de teatro. El teatro me ha dado de comer, amor y amistad.

¿Tú naciste en Valpo?

Nací en Viña, estaba el hospital en paro. Pero soy de acá, del cerro Larraín. No sé si lo conoces.

Sí, lo conozco.

Detrás de Cynthia está la ventana de En obra. A la tía Jani le gustó el libro, se lo regalé en Navidad. Su parte favorita es la de darle un beso al pan duro antes de botarlo, le recuerda a su mamá.

Me leí, ahora, primer libro del año, Clara y confusa. Lo empecé el año pasado, es como trampa igual.

¿Qué te pareció? He estado un poco abismada con todos los comentarios que han salido.

A mí me gustó. Primero porque siento que hay personas que son menos evidentemente artistas que Clara, como, pienso al tiro, en mi mamá, mis tías, profesoras, tías de jardín, que tienen mucha habilidad creativa, manual, y suelen estar con personas como el plomero. Mi papá es electricista, la pareja de la tía Marcela trabaja en una minera en el norte. Me parece muy digno que estén esas sensibilidades presentes. Me leí después Souza, de Nina Avellaneda, que es similar, una actriz en decadencia y un albañil.

Sí, de hecho primero estuvo Nina. Estuvimos conversando sobre su libro y ahí, compartiendo historias, se me ocurrió la novela.

Qué bonitos esos cruces.

Somos bien distintas para escribir, pero a mí me gusta mucho Souza.

No supe profundizar sobre el vínculo entre Cynthia y otras escritoras/escrituras. Volando bajo. Bueh.

Ahora estoy escribiendo sobre un panadero que hay acá, que corta madera. Bueno, hizo huerta, después crio gallinas y ahora se dedica a hacer leña. Pero tú no puedes creer, el huevón, la belleza de cómo encastra cada tronquito, que es igual, lo corta del mismo porte que el otro. Tiene todo su montón de leña precioso y se sienta en la sillita argentina, la reposera, a mirar su obra, y los amigos se acercan y están de conversa, y todos mirando, como mirar un paisaje, miran los montones de leña. No, es una maravilla.

Qué bello. Además Argentina tiene otra estética, ¡tu ventana es preciosa! Tanto bosque. Mira, te voy a mostrar un poquito acá, esta es una población ferroviaria. Los arquitectos de antes tenían una mirada social, son casas para trabajadores y todas vista al mar, les entra el sol por la mañana y por la tarde. Ahora estamos peleando con un vecino que se tomó una esquina y no quiere desarmar, me da rabia.

¿Pero se tomó un sitio o se tomó una esquina?

Se tomó un pequeño sitio que es área verde.

Ahí la cagó. Bueno, yo ahora tuve una pelea de toda la semana, porque las gallinas de mi vecina me estaban comiendo mis tomates. Todo el rato es así. Estoy escribiendo sobre eso, así que me sirve.

Ay, pero hay que tener energía. El vecino se tomó la esquina en junio del año pasado. ¿Sabes lo que nos demoramos en escribir una carta?  Así fue... horrible. La Junta de Vecinos no nos ayudó, como que es gente ataosa, todo mal.

Todo lo comunitario está hecho mierda. Acá también, acá tuve un problema con el loco, que volvió a volverse loco y empezó a acosar a mi vecina y nadie nos ayudaba, ¿cachái? Llegaba la policía y decía que no podían hacer nada hasta que el tipo no la matara, no le hiciera algo. Entonces está todo así, ¿no? Como... absurdo. Sí. Bueno, es que dejamos de, como... cuando entregamos el poder, delegamos a los políticos, ahí cagamos. Nunca más controlamos, nunca más nos organizamos para... porque fueron representantes ya, como que son... Pero bueno.




SEGUNDA PARTIDA

Ya. Voy a partir, Cynthia.

Yo pensé que ya habías partido.

Bueno, sí, partimos, partimos.

¿Cuánto dura esto?

Lo que se pueda, en verdad. Son las ocho, quizás hasta las nueve, nueve y media, si agarramos papa.

No, no, porque los gatos si no van a venir a hinchar las pelotas. Ya, súper. Ya, entonces.

En la fantasía, para darle una dinámica a la conversación, busqué frases de libros que abrieran cosas.

 

Fragmento de La lenta furia, de Fabio Morábito.

“Sobre todo lo atraían las piezas secundarias, de refuerzo, cuya utilidad nunca está del todo comprobada. Aunque no era experto en nada, las reconocía de golpe y les dedicaba toda su atención. Eran como el trasfondo del trasfondo, el estrato más humilde y precario, y cometía a veces peligrosas acrobacias para encararse a esa rebaba. Ninguna cosa es más importante que otra, decía al sacudirse la tierra del pelo, los pantalones y las manos”.

C: Morábito tiene una escritura preciosa, ¿no? Como que es una cosa que yo fui aprendiendo a hacer también, porque no es fácil, que es como tú haces, la diferencia entre narrar y describir. Él logra darle a eso un sentido, como una vida, a eso que cuenta, que va más allá de la descripción... Y que es difícil.

Hoy día estaba escribiendo sobre mi vecina, que tiene las gallinas que me estaban comiendo los tomates. Ha sido todo un tema porque no quiere encerrar a las gallinas. Ella, no sé por qué, que es ecológica y cree que eso, el ser ecológico, no tiene que ver con encerrar a las gallinas. Y entonces al final, bueno, tuve que decirle que parecía que la única forma, por algo la gente tiene gallinero. Pero cuando le dije eso también pensé, ¿no? Que yo estaba encerrando a las gallinas para comerme unos tomates más, que no los mordieran. Entonces empecé a pensar en eso, entonces empecé también a organizar el relato dudando de mí misma, porque creo que eso es lo que hace Morábito, que hago yo; no poner este narrador que lo sabe todo y que no es cuestionado por la narración,  sino que ahora mis narradoras siempre son como cuestionadas por lo que está ocurriendo.

Eso me parece interesante, y es un poco también lo que hace Morábito, ¿no? Y además es como ir descubriendo in situ, a medida que va describiendo, lo que quiere sacar de ahí, y no de antemano. Yo creo que eso se le ocurrió en el momento en que iba escribiendo pantalón, rebaba, la aparición de la palabra rebarba, y al final dice que es como cuando yo grito, me río sola, porque descubrí cómo en el fondo se van hilando esas cosas, como para darle un sentido que va más allá de la palabra pantalón, rebarba, hilo, ¿no?

M: Ese es uno de mis libros favoritos, lo he prestado chorrocientas veces. Lo perdí ya dos, y el Diego Armijo me lo ha devuelto dos veces, una vez regalado y la otra se lo compré. Me encanta. Siento que cada cuento tiene como un secreto, es una gran excusa para decir algo que está ahí entremedio, que no es evidente.

C: Sí, exacto. Bueno, de lo que se trata es de que no sea evidente. Ahí está el problema de mucha literatura, que es mimética, que cree que lo que tiene que hacer es parecerse a la realidad. Yo siempre digo a mis alumnos y alumnas, si tú querés describir un aeropuerto, no puede parecerse al aeropuerto, porque qué sentido tiene si ya existe el aeropuerto, ¿no? Es cómo lo ves, cómo la mirada que hay sobre ese aeropuerto pasa por la sensibilidad, por ese momento, por las tensiones. Cómo descubrir un aeropuerto. A mí me pasó con Clara y confusa, cuando en la última parte tenía que describir la fiesta del pastelito. Un día fui en la moto a Villa Ruiz, que había una fiesta patronal, con un cuadernito, y empecé a anotar; bueno, acá venden esto, acá están comiendo esto, se sientan en estas cosas, y me empecé a aburrir. Yo dije, ¿pero por qué voy a escribir lo que ya existe? ¡Qué aburrimiento! Entonces, el ejercicio es buscar cómo salirse de esa realidad y agregarle otra capa, ¿no? Creo que ese es el desafío.

M: En esas otras capas siempre hay una conexión con otros libros. Lo que he alcanzado a leer de ti, bueno, el primero fue La revolución a dedo, que me lo regaló mi pareja y así de chiripa, como de que alguien te conoce y dice, ya, esto le puede tincar, él tampoco lo había leído, y...

C: ¿Ah? Tampoco lo había leído él, y...

M: No, no, no, así, lo vio en la biblioteca en Puerto Montt, en una librería, y me lo regaló. Le tincó porque decía que eras periodista también, como que está esa conexión. Y... Bueno, y ahí hablas de una fiesta de las palomitas, como alguien que le hacen un vestido con palomitas de maíz.

C: ¿Sí? No, ¿sí? No me acordaba de eso. 

M: Sí, sí, entonces está como la conexión de, me imagino, la fiesta, o el trabajador, que aparece ahí, en todos los libros.

C: Había como una fiesta del burro, me acuerdo que era. Ah, claro, y a la reina le hacían, claro. Claro, había una fiesta del burro. Era un pueblo que tenía una fiesta del burro, ¿verdad, no? Sí. Sí. Hay un texto muy lindo de Juan José Saer, que se llama La canción material, donde él habla de tratar de sacarle otros sonidos a lo documental. Lo que tú ves, tocarlo de otra manera, para que emita otros sonidos. Y eso es muy Morábito, ¿no? Morábito.

More hábito.

Mor hadito.

Mor adikcto.

Mora ditto.

aMor aBictor.

Mor, habito.

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